Selección Nacional

Por su liderazgo, la FIFA destacó el gran trabajo del hondureño, Dylan Andrade capitán de la Sub-20

El término responsabilidad es indisociable del de capitán. En el fútbol, de forma natural, los entrenadores tienden a encomendar esa función al jugador de mayor edad de su plantel, al más experimentado. Sin embargo, ese no es necesariamente el caso de Dylan Andrade, defensor de la selección sub-20 hondureña y que luce el brazalete en el conjunto catracho. Es algo más joven que sus compañeros, por haber nacido en 1998. En cambio, sí sabe lo que son las responsabilidades.

“Mi objetivo último como futbolista es conseguir que mi familia no tenga necesidades. Participar en este Mundial, hacer un buen papel en él y convertirme en profesional son etapas que podrían permitirme alcanzar esa meta algún día”, explica el muchacho de 19 años. “Tengo una familia cariñosa, pero muy pobre. Mi mayor deseo sería procurarles una vida mejor”.

Y no hay más que ver cómo peleó por cada balón contra Francia para darse cuenta de que habla en serio. Los hondureños no pudieron evitar caer ante los actuales campeones de Europa, pero Andrade asume sus responsabilidades y piensa ya en la próxima lucha. “Estamos muy decepcionados, evidentemente. No estuvimos a la altura”, señala. “Pero no hay nada decidido aún. Quedan otros partidos por disputar. Tenemos que mirar hacia adelante y seguir esforzándonos. Es lo que les he dicho a los compañeros”.

Hermano e hijo
Y hace bastante tiempo que el número 5 de la H ocupa este puesto en la selección centroamericana. Hace dos años, durante la Copa Mundial Sub-17 de la FIFA, Andrade ya llevaba el mismo brazalete en las canchas chilenas. “Sí, ya estoy acostumbrado. Es a la vez un orgullo y una responsabilidad. Tengo que dar ejemplo, ser irreprochable para mi país y para mi equipo, al igual que intento serlo para mi familia”, insiste el chico, admirador de Carles Puyol, “porque creo que soy como él: un guerrero”.

País, equipo, familia: las tres nociones vuelven a enlazarse cuando Andrade analiza las cualidades y los puntos débiles de su selección. “Es posible que globalmente seamos menos disciplinados que los equipos europeos y sudamericanos, pero lo compensamos con nuestro gran corazón, nuestro afán de no rendirnos nunca. Formamos una verdadera familia. Estamos unidos. Para nosotros, la unión hace la fuerza”, resume.

Es una fórmula del éxito que Dylan Andrade conoce desde muy niño. Se la inculcó su padre, al no perderse ninguno de sus partidos desde el día en que dio sus primeras patadas a un balón. “Nací en Puerto Cortés, me crié allí, y juego desde siempre en el club de mi ciudad, el CD Platense. Al estar allí, mi padre siempre pudo seguir mis actuaciones. Le debo muchísimo. Siempre ha estado a mi lado. Si estoy aquí es en gran medida gracias a él”. Las responsabilidades de un padre se contagian a las de un gran capitán…

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