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O’Neill, el ‘poli malo’ que ha revolucionado Irlanda

2748191_full-lndComo pupilo de Brian Clough, Martin O’Neill conoce mejor que nadie lo que significa tener un entrenador astuto y motivador. No en vano, vivió en primera persona la revolución con la que el técnico, apodado “Ol Big ‘Ead”, transformó el Nottingham Forest de sufridor en segunda división a bicampeón de Europa en poquísimos años.

Desde que empezó su carrera de entrenador en 1987, O’Neill siempre ha negado entre risas que tratara de emular a aquel hombre único e inimitable. Sin embargo, está claro que se ha convertido en el más exitoso de los alumnos de Clough y que posee el don de la motivación que caracterizaba a su mentor.

Pese a todo, cuando el antiguo entrenador del Celtic y del Aston Villa se hizo con las riendas de la República de Irlanda en 2013, muchos pusieron en tela de juicio su capacidad para reactivar la deslucida selección nacional, y todavía muchos más cuestionaron su decisión de nombrar asistente técnico a Roy Keane. Dos años después, los resultados han disipado todas las dudas. El equipo de O’Neill ha escalado del puesto 67 al 31en la Clasificación Mundial FIFA Coca-Cola, el imprevisible Keane, otro pupilo de Clough, se ha convertido en su apoyo más sólido y, lo mejor de todo, la selección ha conquistado el pase para la EURO 2016 de la UEFA.

La clasificación se consiguió el mes pasado con una victoria en la repesca sobre Bosnia-Herzegovina, después de haber arrancado cuatro puntos a Alemania durante la fase de grupos.

Martin, enhorabuena por el pase a la EURO. ¿Qué conclusiones saca de la campaña de clasificación?
Supongo que, por encima de todo, estoy encantado con el espíritu y la determinación que demostraron los jugadores. Después de la derrota a domicilio contra Escocia y de nuestra incapacidad para imponernos en la vuelta en casa, la competición se nos puso muy cuesta arriba. En aquellos momentos, la prensa irlandesa nos dio por muertos. Me sorprendió esa actitud de “estamos acabados”, porque ya he visto antes este tipo de campañas y, de los cuatro partidos que nos quedaban a Escocia y a nosotros, tres eran muy complicados para todos. Nunca dudé de que nos sacudiríamos el polvo y seguiríamos adelante. No hace falta decir que la victoria contra Alemania nos dio un buen empujón. Aunque no conseguimos el triunfo en Polonia que nos habría clasificado automáticamente, aquella victoria contra Alemania nos proporcionó una gran confianza durante los preparativos de la repesca.

¿Cuál fue la clave de su éxito contra los campeones del mundo, una empresa en la que tantos habían fallado?
Creo que la fe es siempre la clave contra equipos de este calibre. En nuestra victoria contra Alemania en Dublín, ellos dominaron la primera parte y a nosotros no nos salió prácticamente nada. Sin embargo, durante el descanso, tratamos de infundir en los jugadores más seguridad en sí mismos, porque los alemanes, por muy buenos que sean, tienden a cederte el balón durante largos periodos de tiempo. La entereza era fundamental. Comprendí que, si pasábamos el balón con más acierto, jugaríamos con más confianza, y eso fue exactamente lo que sucedió. Me encantó ver que los jugadores saltaban al terreno de juego con mucha decisión y con muchas ganas de meterse de lleno en el partido. El gol de Shane Long fue fantástico.

Acaba de mencionar que habló con el equipo durante el descanso del partido contra Alemania. Muchos de sus antiguos jugadores siguen comentado maravillados las arengas que usted pronuncia antes de los partidos. ¿Pasa mucho tiempo preparando esos discursos o le salen de forma espontánea?
En mi opinión, cuando te dedicas a preparar grandes discursos, pierdes algo. Presiento que es mucho mejor dejar que te salgan las palabras de forma natural, desde muy adentro. También es fundamental encontrar el tono más adecuado para el momento concreto y concentrarte en lo que es relevante para lo que van a hacer o, si es una arenga durante el descanso, para lo que ha pasado en el primer tiempo. Si lo preparas demasiado, creo que corres el peligro de que resulte artificioso y forzado. Por eso, para bien o para mal, trato de elegir el momento justo y confiar en que el discurso cale hondo.

Asignar a Roy Keane el puesto de segundo entrenador despertó suspicacias, pero usted afirmó recientemente que era la mejor decisión que había tomado en mucho tiempo. ¿Puede explicar qué ha aportado Keane al cargo?
Roy está haciendo un trabajo excelente. Estoy encantado con su contribución y con cómo está funcionando nuestra relación. Está claro que hay una gran diferencia de edad entre nosotros. Roy ha sido entrenador y estoy seguro de que volverá a serlo muy pronto, pero creo que está disfrutando mucho de este cargo. Los años que le llevo no son ninguna garantía de respeto, porque, como todo sabemos, el respeto de Roy Keane hay que ganárselo. Pero nos llevamos muy bien. Además, es excelente para los jugadores, porque está más cerca de su generación, y todos ellos lo recuerdan y lo admiran por haber sido toda una leyenda del fútbol. Dicho esto, ¡quién sabe si dentro de un par de meses terminamos peleados [risas]! Bromas aparte, la dinámica parece haber funcionado muy bien y me alegro mucho de que trabaje con nosotros.

Me pregunto cómo funciona esa dinámica de la que habla, porque en trabajos anteriores usted hacía de policía malo y su ayudante de policía bueno. ¡No me diga que Roy Keane se ha convertido de repente en el poli bueno!
Bueno, en primer lugar, no quiero cambiar mi imagen de poli malo. Creo que por ahí alguien nos ha descrito, no como “poli bueno y poli malo”, sino como “poli malo y poli peor”. Tendrá que preguntarles a los jugadores si la descripción es correcta [risas]. Lo cierto es que los dos estamos disfrutando de verdad. Aunque aspectos como el entusiasmo o la diversión parezcan simples y triviales, pueden ser muy importantes en el fútbol. Especialmente si se contagian a los jugadores.

Dado lo mucho que claramente está disfrutando del trabajo, ¿cree que seguirá en el puesto para los clasificatorios de Rusia 2018?
De verdad que no lo sé. Parece que a nuestros jefes les gustaría que nos quedáramos. Nos reuniremos con ellos en el año nuevo para discutir las condiciones. Por el momento, estoy abierto a lo que sea.

Lleva entrenando más de un cuarto de siglo. En este tiempo, ¿cuánto y cómo ha cambiado el trabajo de entrenador?
Creo que la diferencia es mucho más abismal si se compara con mi época de jugador. Cuando empecé a jugar, los clubes y los entrenadores, ya fueran buenos o malos, tenían el control. Ejercían todo el poder. Ahora el poder se ha decantado completamente hacia el otro extremo, del lado de los jugadores y los agentes. En mi opinión, debemos encontrar un punto medio entre esos dos extremos: entre la vieja escuela, cuando los clubes tenían demasiado poder, y la situación actual, que es tan poco recomendable como la antigua.

A veces me pregunto cómo verían el juego en la actualidad los grandes técnicos de la historia, [Jock] Stein, [Bill] Shankly o [Brian] Clough. Seguro que les parecería un cambio enorme, y no siempre para mejor. Como entrenador, sencillamente debes adaptarte a los tiempos; incluso Alex Ferguson tuvo que hacerlo para seguir triunfando. Pero eso no significa, y no puede significar, que haya que dejar de ejercer autoridad sobre los jugadores. Tienes que ganarte el respeto de la plantilla, por supuesto, pero la autoridad sigue siendo imprescindible.

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