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Novak Djokovic da primero

1396201066_658155_1396247625_noticia_grandeNovak Djokovic, en versión superhéroe sin capa, impidió a Rafa Nadal cazar una de las piezas que se le resiste: el Masters 1.000 de Miami. El serbio le derrotó por 6-3 y 6-3 en 1h:24. Cuatro finales y cuatro derrotas en Cayo Vizcaíno, allí donde en 2004 se presentó al mundo derrotando por primera vez a Roger Federer, todavía sin barba y sin títulos.

En el primer capítulo de un duelo que debería repetirse mucho este año, un afinado Djokovic encerró y enterró a Nadal en el fondo de pista. El choque más repetido de la Era Open, que alcanzaba su 40 episodio, sólo tuvo un amo y señor, Djokovic, que domina ya 14-7 en los enfrentamientos en pista rápida y que manda un aviso para lo que viene: está dispuesto a guerrear por el número uno. De momento, sale de Florida recortando más puntos (310) sobre el líder del ránking.

En la primera manga, Djokovic bordó el tenis. Si el termómetro del campeón de trece grandes es cómo corre su drive, cómo se muestra de incisivo y determinante, el del serbio tiene su testigo en el revés cruzado. Hasta el cuarto juego, los dos golpes carburaron. Pero luego la balanza fue oscilando hacia el lado del serbio en cuanto Nadal bajó su porcentaje de saque y comenzó a acularse atrás. A ceder pista. A conceder espacios limpios donde el número dos pone tiros pesados y milimétricos.

Estar metro y medio por detrás de la pista supone hacer dueño del guión a Djokovic, aficionado a las historias épicas. Cederle el privilegio de ser quien mande en los diálogos desde el fondo supone darle vida. Y la encontró con la primera rotura para ponerse 4-2 y mandar ya hasta el final de la primera manga. Nole, que al igual que Indian Wells tuvo a Marian Vajda como técnico y no a Boris Becker (esta vez convaleciente de una intervención quirúrgica), sólo perdió dos puntos con primer saque y cuando subió a la red también fue letal (4/5). Nadal, sin embargo, no podía poner su motor a más revoluciones.

En la distancia de los tres sets, sin margen para demasiados errores, Nadal debía espabilar. Pero el segundo break de Djokovic llegó como un crudo bofetón. A las primeras de cambio. Tocaba remar contracorriente desde el inicio, pero Nadal no encontró la forma de venirse arriba bajo el sol y el viento de Crandon Park… y los reveses cruzados, los frenéticos cambios de dirección y golpes ganadores (22 al final) del serbio, que recordó ese jugador inaccesible del 2011.

Djokovic se coronó por cuarta vez en Miami (2007, 2011, 2012 y 2014), certificó su segundo doblete con Indian Wells y enseñó los colmillos afilados para lo que se avecina. Nadal necesitará un reseteo. Olvidar este día.

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