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Nico Rosberg gana pero Lewis Hamilton consigue deslumbrar

1405841444_533402_1405897454_noticia_grandeEl evento lo llamaron ‘La noche de las estrellas’ y se celebró en la grada de Mercedes en Hockenheim, un circuito presidido por el famoso símbolo de la prestigiosa marca alemana. Más aún hoy. Y ayer. Porque en esta Fórmula 1 de 2014 hay una palabra que se nombra más que el resto y en el trazado alemán, en el GP de Alemania, hubo Mercedes por todas partes. Sobre todo en la pista. Por delante y por detrás, con Rosberg ganando en cada kilómetro de la carrera y Hamilton devorando desde el infierno hasta acercarse a la gloria gracias a una mezcla de elementos sobrenaturales, su coche y su talento. Pero hubo más en una carrera compleja como pocas.

La cosa comenzó con un Williams volcado y deslizándose por fuera de la pista tras un toque con un McLaren. Massa y Magnussen, lance de carrera, pero hay opiniones. Hubo más, como un coche envuelto en fuego con Kvyat huyendo de su Toro Rosso. Y otro, el Sauber de Sutil parado en mitad de la recta de meta, mientras los comisarios lo sacaban corriendo con el resto de pilotos pasando al lado a mil por hora. O un Mercedes pasando a un Ferrari, el de Raikkonen, y un Red Bull, el de Ricciardo, a la vez en una curva. Por ejemplo. Al final, el campeón que pilota ese avión de plata, un tal Hamilton, remontando de la vigésima a la tercera plaza; el otro piloto de la omnipresente estrella, Rosberg, ganando sin oposición. Y Alonso que acabó quinto después de adelantar y readelantar…

Y puntos suspensivos. Ésos que dicen tanto y a veces es imposible de explicar. Vamos a intentarlo. La victoria fue para Nico, el alemán de padre finlandés que vive en Mónaco y que este año, con un coche que le permite expresar un pilotaje fino y elegante, ha sido capaz de ganar de momento cuatro grandes premios e ir líder del Mundial con catorce puntos de ventaja sobre su inmediato rival, perseguidor y compañero: Hamilton.

Hamilton. Ese nombre. Ese piloto de leyenda que a veces es capaz de hacer cosas imposibles. Y tirar su suerte a los dados del destino en cada curva. Agresivo. Loco. Grande, muy grande el amigo Lewis. Así son las cosas. En Hockenheim ofreció una auténtica exhibición de pilotaje. El fin de semana no había sido bueno para el campeón de 2008, en la calificación sufrió un accidente después de que los frenos de su coche se destrozasen y partía decimoquinto, pero le sustituyeron la caja de cambios y otros cinco puestos más atrás, vigésimo. Desde ahí remontó, adelantó, pasó a coches que a su lado parecían de juguete y acabó tercero. Es cierto que su carrera se puede ver un tanto matizada porque al final no fue capaz de doblegar a Bottas, que ocupó el segundo escalón del podio en unas últimas vueltas en las que aguantó la presión. Otra gran carrera para el finlandés.

Y por detrás de esos tres del podio, cuarto esta vez donde nadie habita, pero tras una carrera plagada de batallas acabó Sebastian Vettel, que volvió a luchar con Alonso hasta que la estrategia de Ferrari condenó al español a otra pugna con Button y Ricciardo en las últimas vueltas. Ahí vimos un duelo espectacular entre genios que finalmente ganó el asturiano. De nuevo una carrera espectacular en esta extraña Fórmula 1, sólo falta que alguien sea capaz de acercarse a Mercedes, que de momento está por todas partes.

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