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Murray consigue superar a Robredo y vencer a la agonía

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Como dos maratonianos que han pasado el muro, el fatídico kilómetro 30, pero no ven nunca el final, agonizando física y mentalmente, Andy Murray y Tommy Robredo libraron su carrera en el Ágora de Valencia hasta que el escocés se dejó caer al suelo sin fuerza para alzar los brazos tras 3h:30, liberándose de la tortura. El británico ganó al español, que tuvo cinco bolas de partido, por 3-6, 7-6 (7) y 7-6 (8). Levantó el título del Valencia Open 500 que finalmente se ha garantizado la supervivencia al menos dos años más con el apoyo de la Generalitat, aunque está por ver si se tendrá que reconvertir en 250.

Murray se asegura virtualmente disputar el Masters en Londres, donde reside, porque asciende al número cinco de la carrera de campeones. Su maratón de seis semanas seguidas llega a París con 18 victorias en 20 partidos, los títulos de Shenzhen, Viena y Valencia y pasaporte al torneo de los ocho mejores casi sellado.

En el primer set, de gran intensidad, el de Hostalric mostró el colmillo afilado en las bolas de break (2/2) que le faltó al escocés (0/6), ya entre una intensidad brutal. En el segundo, Murray rompió de salida, gritó sus ganas de remontada a su rincón y se dejó igualar en el octavo juego. Abocados al tie-break, Robredo desperdició las primeras dos bolas de partido, al saque y al resto, para entregar el set y probablemente se le pasara por la cabeza las cinco que no aprovechó hace escasas semanas en Shenzhen ante el mismo protagonista. “Andy tiene más vidas que un gato”, recordó luego Robredo. Allí, en China, Murray rompió una sequía de 15 meses con una operación en la espalda de por medio.En la manga definitiva, el público aplaudía en pie a los dos maratonianos, que boqueaban, que notaban como los calambres cortaban sus desplazamientos, pero que veían más cerca la meta. Con un break cada uno, se citaron en la muerte súbita.Y ahí Robredo, que disputaba su tercera final del año y que aparecerá 16º del mundo a sus 32 años, tampoco consiguió encontrar el golpe de gracia ante un Murray gigantesco que luchó contra su cuerpo.

Él sí cerró cuando debía. Y descansó. “¿Cuántos años tiene Tommy, 31, 32? ¡Es increíble!”, preguntó sobre la pista. Tenía su segundo torneo de Valencia y su clasificación virtual para el Masters estaba conseguida después de sufrir más de tres horas. Robredo, rendido, le despidió con dos cariñosas peinetas y un abrazo. Habían pasado, por fin, la meta de un partido “para grabarlo y volverlo a ver comiendo palomitas”. Robredo ‘dixit’.

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