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El Madrid sigue sin jugar bien pero gana fácil al Athletic

imageEn lo que va del desayuno al aperitivo se merendó el Madrid a un Athletic valiente, riguroso, con un plan y sin pegada ni salero. Su trabajo y cierta pereza blanca en el inicio dieron lustre y equilibrio aparente a un partido que ganó quien más tiene y quien mejor aprovecha sus balas. Ganó también quien cuenta con Modric, metido a magnífico todoterreno, e Isco, el comandante que dirige a los generales. Uno puso la música y otro la letra. El liderazgo del malagueño ha devorado a Özil, cuyo papel ha adelgazado tanto que le ha conducido al banquillo.

Ancelotti parece inclinado ahora al valor energético de Di María, que respondió con dos asistencias y una actuación de mérito. Y marcó Cristiano, hecho con propiedades curativas para su juego. Sin gol, descompone su figura y entra en el lado oscuro, si es que lo tiene un futbolista que navega siempre entre el notable y la matrícula de honor.
En cualquier caso, hay tarea para rato. Khedira sigue perdiendo presencia, Benzema no acaba de romper y el centro del campo sufre momentáneas pérdidas de autoridad, aunque desde la victoria cuesta menos corregirse.

Al Madrid le costó cogerle el hilo al partido matinal y se vio enfangado en la fiereza y la coordinación del Athletic, que procuró ser siempre un equipo corto y unido, muy advertido frente a las emboscadas y la caballería del rival que tanto cultivó Mourinho. Valverde se reservó a Herrera, azotado por la última tormenta del mercado, y se protegió con Mikel Rico e Iturraspe por detrás de Beñat, al que le cuesta meterse en el papel de mediapunta. Es un jugador sedentario y se notó. Con todo, el Athletic ofreció valor, presión adelantada y cierta intención ofensiva en los primeros veinte minutos mientras el Madrid aún bostezaba.

Luego, el partido caminó en otra dirección a toda velocidad. Porque el Madrid de Ancelotti tiene más registros. Modric ha encontrado continuidad. No se siente ya jugador de paso, refresco de los importantes. Ahora él es de los importantes. Fue el remolque del equipo, el que le llevó del equilibrio al dominio. Llegó con toque y se ha autoimpuesto el quite. Un año después, asoma el valor que se le suponía. Y después apareció Isco, que ofrece una fantástica interpretación del último pase. Normalmente para darlo. Hoy, para esperarlo. Aguardó el fantástico envío de Di María y la distracción de Iraola en mantener la línea para recibir, controlar y superar a Herrerín con la naturalidad del veterano. Fue la primera jugada de verdad amasada por los centrocampistas del Madrid, equipo que exprime al límite la pérdida del rival.

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