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Boston y St. Louis, por la supremacía

2af6ce5b4526a5281e3a08ecfd4ca4d0Aunque parezca mentira, han transcurrido 14 años desde la última vez que los dos mejores de cada liga se citan en una Serie Mundial.

Los Boston Red Sox y los St. Louis Cardinals protagonizarán desde el miércoles en el Fenway Park un enfrentamiento entre dos equipos muy parejos.

Ambos ganaron 97 juegos y también lideraron en carreras en cada circuito: Boston en la Americana con 853 y St. Louis en la Nacional con 783. También fueron primeros en embasado.

¿Pitcheo? La rotación de St. Louis tuvo el segundo mejor promedio de carreras limpias permitidas en el Viejo Circuito con 3.42, mientras que Boston figuró cuarto en la Americana con 3.84.

La última vez que los dos mejores de la campaña se citaron en el Clásico de Otoño fue en 1999, cuando los New York Yankees de barrieron en cuatro juegos a los Atlanta Braves.

Se puede afirmar que esta edición de la Serie Mundial, la 109, podría terciar en la discusión cuál ha sido el más dominante de la última década. Boston ya fue campeón en 2004 y 2007, en tanto que St. Louis se consagró en 2006 y 2011.

En un contexto histórico, pese a que no se han cruzado en series interligas desde junio de 2008, los Red Sox y Cardinals se han topado en tres Series Mundiales. St. Louis se coronó campeón en 1946 y 1967, imponiéndose en siete juegos. Stan Musial superó a Ted Williams en la primera y luego Bob Gibson hizo otro tanto ante Carl Yastrzemski

Pero Boston, con el trío dominicano de Pedro Martínez, Manny Ramírez y David Ortiz, se cobró revancha con una barrida en 2004, una conquista que puso fin a una sequía de 86 años y también exorcizó la “Maldición del Bambino”.

Ortiz y Yadier Molina, el receptor puertorriqueño de los Cardinals, son los únicos sobrevivientes de los rosters de 2004. Mike Matheny, el actual piloto de St. Louis, era el cátcher titular de St. Louis.

Los Cardinals aspiran atrapar su 12do título, luego de dejar en el camino a los Los Angeles Dodgers en la serie de campeonato y a los Pittsburgh Pirates en la primera ronda de los playoffs. St. Louis un equipo curtido para disputar partidos con la soga en el cuello en la postemporada, con marca de 8-1 al borde del precipicio en los últimos tres años.

“Es un equipo fantástico”, comentó el mánager de Boston John Farrell sobre los Cardinals. “Tienen muchos lanzadores jóvenes que lanzan con potencia”.

Boston había estado ausente de los playoffs desde 2009, y la franquicia había quedado a la deriva tras un tumultuoso 2012. El experimento con Bobby Valentine como mánager, buscando disciplina, fue un fiasco. Los cortocircuitos entre Valentine y los jugadores fueron múltiples, y el resultado fue la peor campaña en medio siglo, con apenas 69 victorias.

Bajo la conducción del nuevo piloto John Farrell, los Red Sox se convirtieron en apenas el segundo equipo de su circuito desde que se estableció el formato de tres divisiones que pasa del último lugar al primero en un año.

La serie ofrece un contraste de personalidades. “Big Papi” Ortiz, Dustin Pedroia y la pandilla de barbudos que conforman a los Red Sox contra unos Cardinals repletos de novatos como Michael Wacha, Joe Kelly, Shelby Miller, Matt Adams, Carlos Martínez y Trevor Rosenthal.

Después de 16 años y tantas actuaciones sobresalientes en octubre, el jardinero puertorriqueño Carlos Beltrán finalmente disputará su primera Serie Mundial.

“Esta es una organización que siempre se ha caracterizado por su tradición, de una constancia de tener buenos equipos, con jugadores que saben jugar de la manera correcta”, dijo Beltrán.

Molina es reconocido como el mejor receptor defensivo del beisbol y recibe una enorme cuota de crédito por el desempeño de los lanzadores. Su misión será frenar a Jacoby Ellsbury y a los demás corredores de Boston, un conjunto muy eficaz para el robo de bases al concretar el 86,6% de sus intentos.

En la serie de 2004, Molina tenía apenas 21 años y se fue 3-0. Ramírez fue proclamado como el más valioso, y Ortiz supo responder cuando tuvo que pasar de bateador designado a la primera base en el momento que la serie se trasladó al viejo Busch Stadium.

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